Dejó su casa y echó a andar.
‘¿De qué huyes?’, le preguntaban.
‘Del desprecio, el rechazo y el abandono’, contestaba.
Y caminó y caminó. Recorrió ciudades, valles y montañas, deteniéndose sólo para beber y comer algo.
Aquella lánguida tarde, una mágica voz le preguntó: ¿quién te persigue?
La miró a los ojos, se estremeció y le dijo: La Soledad.
Entonces fue que se detuvo, para quedarse por siempre con ella en el País del Amor.
24 August, 2010
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