Cuando me echo a dormir…
Sin saber cómo ni por qué, sin pretenderlo, entro en la otra parte de mi existencia. Aparezco del otro lado.
Me encuentro en una dimensión difícilmente definible. Atrás dejé los convencionales sentidos que me acompañaron. Ojos, orejas, nariz, boca, manos… mente y cuerpo, si de alguna manera estaban presos de este lado quieren ser libres del otro.
Me hallo en un mundo donde vive otro yo. Un yo incontrolable, imprevisible, impredecible… ¡Qué se yo! Perdidas las reglas y la razón quedaron.
A veces tormentosos, otras plácidos. Benditos o malditos. Breves o largos, interrumpidos o finalizados. Uno, dos, varios…Solapados, continuos… Mágicos, en cualquier caso.
¿Por qué es necesario este viaje diario?, me pregunto. Quizá, si no fuese así, si no pasase del otro lado, no podría descansar del peso de lo cotidiano, y entonces moriría por sobrecarga.
Los dos lados compensan la balanza del vivir. Mi vida los crea, los alimenta, los une y los separa.
La vida no es sueño, quien crea lo contrario se equivoca. La vida está partida en dos. De aquí estoy yo, mis sensaciones y deseos. De allí yo y mis sueños, queriéndome liberar.
Sin vida no podría soñar. Y sin soñar no podría vivir. Una asociación perfecta. Haz y envés de mi ser.
Sean pues bienvenidos los sueños. La vida también.
Mañana será otro día. Ahora, me echo a dormir…
11 November, 2009
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2 comments:
Muy bueno, Manu. Así lo veo yo también.
Saludos,
Mar
De este lado de la barra del bar, mejor...
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